Dos monjes tibetanos salieron al despuntar el alba, desde el Monasterio de Drepung para dirigirse al Monasterio de Garden. Durante el camino y en una de las paradas que hicieron para reponer fuerzas y alimentarse, se sentaron junto a un pequeño río de aguas transparentes y cristalinas.
Antes de reanudar su marcha, se acercaron juntos al pequeño riachuelo para lavar los utensilios de la comida. Cuando uno de ellos iba a introducir la mano en el agua, vio un escorpión que había resbalado y se estaba ahogando. Compadecido por su agonía alargó la mano y lo recogió para dejarlo a salvo en la orilla. Cuando el animal notó que estaba en tierra firme alargó su cola y terminó inyectando su veneno en la mano de su salvador.
Los monjes se retiraron hacia donde habían comido, para sacar de su equipaje los útiles necesarios con el fin de sustraer el veneno y curar la herida que le produjo el escorpión. Una vez hecho, volvieron de nuevo a orillas del pequeño río para terminar de limpiar lo que habían dejado a medias a causa del acontecimiento vivido.
Sorprendentemente, encontraron de nuevo al escorpión dentro del río, ya que éste en su acelerada huida había resbalado otra vez, y se encontraba a punto de ahogarse de nuevo. Sin pensarlo dos veces, el mismo monje, volvió a meter su mano en el agua para sacar al animal moribundo. Al notarse éste en tierra firme, volvió a clavarle de nuevo su aguijón, motivo por el cual los monjes se retiraron a efectuar una nueva cura sobre la mano dolorida.
En ese instante, su compañero le preguntó:
—¿Por qué has salvado otra vez al escorpión si sabes que su naturaleza es atacarte?
El monje, observando primero su dolorida mano y después el rostro sorprendido de su amigo, le contestó con gran tranquilidad y mucha comprensión:
—Porque mi naturaleza es salvarle.
Esta pequeña historia nos demuestra de forma ilustrativa que las manifestaciones que tenemos en nuestra vida son la expresión de nuestra naturaleza interior porque ésta presiona constantemente por salir. Sólo podemos dar lo que tenemos dentro de nosotros mismos.
Si queremos actuar de forma distinta a cómo lo hacemos, el cambio debe conseguirse a un nivel interno, única forma de alcanzar los logros necesarios para mejorar nuestro carácter y nuestra personalidad.
Aprendiendo a vivir mejor
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